Derroche Sin Control
Anna no escatimaba en gastos, botellas de champán carísimas, ropa de alta costura para las dos, comidas de autor en los mejores restaurantes de la ciudad, y lo mejor de todo, a todo el que le servía, ¡le dejaba una propina de cien euros! Siempre lo hacía, y como es lógico, cuando en algún establecimiento la veían entrar por la puerta, todos los empleados se peleaban por servirle. Había incluso algún restaurante que tenían hechos turnos para servir a Anna.

Derroche Sin Control
Publicidad